'LA ABADESA DE CREWE'

'Arriba, lejos de ellos, las grabadoras de la sala de control, activadas por sus voces, continúan dando vueltas … Las dos monjas hablan con la misma libertad que los jesuitas, ignorantes de que un sistema de escucha más inocuo que el Ojo Divino está escribiendo una crónica de su charla íntima'.

Corría el año del Señor de 1972 cuando Bernstein y Woodward, dos esforzados periodistas del Washington Post, destapaban el famoso caso Watergate. Pues bien, no mucho tiempo después de que tan escabroso asunto saliera a la luz (concretamente, en 1974) la escritora británica Muriel Spark publicaba La abadesa de Crewe. Una alocada sátira en clave monjil (y hasta sacerdotal) del mayor escándalo político de la historia de los Estados Unidos.

Todo el argumento de La abadesa de Crewe gira en torno a la encarnizada lucha por el poder que mantendrán las dos candidatas a superiora de un monasterio benedictino inglés. Una de ellas es la refinada Alexandra, aristocrática mujer harto dominante. Y la otra, Felicity. Una joven religiosa con ideas (demasiado) renovadoras.

Aficionada impenitente a la costura, Felicity no dudará en poner el grito en el cielo cuando se percate del robo de su querido dedal de plata. Hecho este que, por otra parte, la llevará a descubrir el complot que su finalmente victoriosa rival ha orquestado contra ella. Indignada ante semejante hallazgo, nuestra engañosa monjita no hará gala de la paciencia y la resignación que se le presuponen a todo buen cristiano. Lo que hará será fugarse del convento para dar a conocer al mundo, en general, y a la prensa, la televisión y Scotland Yard, en particular, los más turbios detalles de un enredo que incluye escuchas, grabaciones y hasta el chantaje. Vamos, ¡como la vida misma!.

Beatífico en las formas, mordaz en el fondo, La abadesa de Crewe es un libro en el que ninguno de sus personajes principales sale bien parado. Empezando por la clasista Alexandra. Siguiendo por sus intrigantes acólitos, las hermanas Mildred, Walburga y Winifrede y los padres Baudouin y Maximilian S.J. Y terminando por Felicity, ambiciosa hippie con toca que, amparándose en su peculiar interpretación del 'amaos los unos a los otros', no tiene ningún problema en romper alegremente su voto de castidad. Con la inestimable colaboración, todo hay que decirlo, del libidinoso Thomas (¡otro jesuita!), santo varón que merece reseña aparte.

BIBLIOGRAFÍA

ÁLVAREZ ARIAS, B. (2014). 'La abadesa de Crewe', de Muriel Spark. NoSoloTécnicaUPM.